Un matrimonio de ancianos tiene que separarse debido a la pérdida de su propio hogar para vivir con sus hijos, que ahora tienen sus propias familias. Pero ambos resultan ser bastante perturbadores para la vida cotidiana de la familia. La película de Leo McCarrey está considerada una obra maestra subestimada, de la que Orson Welles comentó en una ocasión que podía hacer llorar hasta a las rocas.
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